LAS CINCO FORMAS (3/5): La Coronilla a la Divina Misericordia

[Del libro Orar con la Divina Misericordia, Cobel Ediciones 2010]

Para rezarla se utiliza un rosario común de cinco decenas.

1. Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.

2. Al comenzar cada decena, en vez del Padre Nuestro, decir:
“Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.”

3. En las diez cuentas pequeñas del Ave María:
“Por Su dolorosa  Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.”
Normalmente, si dos o más personas rezan juntas la Coronilla, la persona que dirige dice: “Por Su Dolorosa Pasión” y las otras personas contestan la parte final “…ten misericordia de nosotros y del mundo entero.”

4. Al finalizar cada decena de la coronilla en vez del Gloria, repetir tres veces:
“Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.”

Por último, se puede terminar con una SALVE a la Virgen.



[Del Diario de Santa Faustina] 

1.14.C A las almas que recen esta coronilla, mi misericordia las envolverá en vida y especialmente a la hora de la muerte.

2.14.C A la mañana siguiente, cuando entré en nuestra capilla, oí esta voz interior: Cuantas veces entres en la capilla, reza en seguida esta oración que te enseñé ayer. Cuando recé esta plegaria oí en el alma estas palabras: Esta oración es para aplacar mi ira, la rezarás durante nueve días con un rosario común, de modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre nuestro  y el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar,  dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

3.14.C En una ocasión, mientras iba por el pasillo a la cocina, oí en el alma estas palabras: Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia  a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de mi misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca mi misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en mi misericordia.

4.14.C Hoy el Señor entró en mi habitación y me dijo: Hija mía, ayúdame a salvar las almas. Irás a casa de un pecador agonizante y rezarás esta coronilla con lo que obtendrás para él la confianza en mi misericordia, porque ya está en la desesperación.

5.14.C De repente me encontré en una cabaña desconocida donde, entre  terribles tormentos,  agonizaba un hombre ya avanzado en años. Alrededor de la cama había una multitud de demonios y la familia estaba llorando. Cuando empecé a rezar, los espíritus de las tinieblas se dispersaron con silbidos y amenazas dirigidas a mí. Esa alma se tranquilizó y llena de confianza descansó en el Señor. En el mismo instante me encontré en mi habitación. Cómo esto sucede, no lo sé.

6.14.C Jesús le asegura que las almas que ven y conocen la gravedad de sus pecados tienen prioridad en su corazón, y le asegura que ninguno de los que ha invocado su misericordia ha quedado defraudado. (...) A quienes recen esta coronilla, me complazco en darles lo que me pidan. Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz. (...) Cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso.

7.14.C Cuando entré por un momento en la capilla, el Señor me dijo: Hija mía, ayúdame a salvar a un pecador agonizante; reza por él esta coronilla que te he enseñado. Al empezar a rezar la coronilla, vi a aquel moribundo entre terribles tormentos y luchas. El Ángel Custodio lo defendía, pero era como impotente ante la gran miseria de aquella alma; una multitud de demonios estaba esperando aquella alma. Mientras rezaba la coronilla, vi a Jesús tal y como estaba pintado en la imagen. Los rayos que salieron del Corazón de Jesús envolvieron al enfermo y las fuerzas de las tinieblas huyeron en pánico. El enfermo expiró sereno. Cuando volví en mí, comprendí la importancia que tiene esta coronilla rezada junto a los agonizantes, ella aplaca la ira de Dios.

8.14.C Al entrar  en  mi  soledad, oí estas  palabras: Defenderé como mi gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca de un agonizante es rezada esta coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable misericordia envuelve al alma y se conmueve en las entrañas de mi misericordia por la dolorosa Pasión de mi Hijo. (…)


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